Estefanía y Monse |
En esta fecha tan especial, compartimos con Uds. el siguiente mensaje
bíblico:
“Por
aquellos días, se promulgó el edicto de César Augusto, mandando empadronar a
todo el mundo. Este fue el primer empadronamiento hecho por Cirino, que después
fue gobernador de la Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a la ciudad
de su estirpe.
José, pues,
como era de la casa y familia de David, vino desde Nazaret, ciudad de Galilea,
a la ciudad de David, llamada Belén, en Judea, para empadronarse con María, su
esposa, la cual estaba encinta. Y sucedió que hallándose allí, le llegó la hora
del parto.
Y parió a su
Hijo, le envolvió en pañales y le recostó en un pesebre, porque no hubo lugar
para ellos en el mesón.
Estaban velando
en aquellos contornos unos pastores, y haciendo centinela de noche sobre su
grey.
Cuando de
improviso, un ángel del Señor apareció junto a ellos, y los cercó con su
resplandor una luz divina, lo cual les llenó de sumo temor. Les dijo entonces
el ángel: “No tenéis que temer, pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo
para todo el pueblo; hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que
es el Cristo o Mesías, el Señor nuestro. Y os sirva de seña, que hallaréis al
niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre”.
Al punto
mismo, se dejó ver con el ángel, un ejército numeroso de la milicia celestial,
alabando a Dios, y diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz
a los hombres de buena voluntad”.
Luego que
los ángeles se apartaron de ellos y volaron al cielo, los pastores se decían
unos a otros: “Vamos hasta Belén y veamos este suceso prodigioso que acaba de
suceder y que el Señor nos ha manifestado”. Vinieron, pues, a toda prisa, y
hallaron a María, a José y al niño reclinado en el pesebre, y viéndole,
manifestaron cuanto se les había dicho de este niño, y todos los que supieron
el suceso, se maravillaron igualmente de lo que los pastores les habían
contado.
María,
empero, conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón.
En fin, los
pastores se volvieron, no cesando de alabar y glorificar a Dios por todas las
cosas que habían oído y visto, según se les había anunciado por el ángel…”
(Evangelio según San Lucas, cap. 2, versículos 1-20).
En
efecto, de la lectura compartida, rescatamos tan solo dos hechos: el primero,
es que Jesús, hijo de María virgen y San José, nació en Belén, en un pesebre o
establo, durante el invierno del norte (24 de diciembre a medianoche, según la
tradición), rodeado de animales de granja, anunciado por el ángel de Dios y en
medio de la humildad. Es un mensaje para toda la humanidad. Tantos lujos,
derroches, materialismos y detalles no esenciales nos rodean, que muchos de
nuestros amigos, familiares y otros seres queridos, han perdido de ante sí esta
evidencia. Debemos ser humildes:
Dios, permítenos vivir tu mensaje profundo teniendo humildad en
nuestras almas.
El
segundo hecho, es que Dios “encarnó” (se hizo hombre, humano) por todos
nosotros, y que con ello, quiso borrar la mancha del pecado original a partir
de su nacimiento del cuerpo y alma inmaculados de Santa María, Madre de Dios, y
de San José, el carpintero célibe de Belén, quienes lo “concibieron” en sus
almas, inquietas por la salvación eterna, a través de este milagro, anunciado
por los Enviados celestiales de Dios.
Dios, ¡gracias por ofrendar tu único Hijo, que sos Vos, para salvarnos!
Y
de nuestra parte, para que podamos tener la ocasión de seguir perseverando
desde las siete virtudes del Espíritu Santo, para lograr la gracia divina. Que
nuestras familias se impregnen de bendiciones de Dios. Santa María, madre de
Dios, y San José, padre casto y puro, rogad por nosotros.
Feliz
Navidad de 2012.
Familia Galeano-Colmán